Muchas personas han tenido en alguna ocasión una sensación compleja en virtud de la cual se sienten fuera de sí, extrañas en su propio cuerpo. Las descripciones de esta vivencia son variadas, aunque suelen referirse a sutiles cambios en la forma en que perciben la realidad; algo así como una modificación o desplazamiento del punto de vista desde el que perciben el mundo y se reconocen a sí mismas.

En la despersonalización existe algún tipo de trastorno disociativo en el que el cuerpo o los procesos mentales son experimentados como algo ajeno. En ocasiones, ese distanciamiento puede manifestarse como una falta de control sobre los propios actos o una ausencia de respuesta afectiva. Por ello, son frecuentes los relatos de sujetos que se sienten atrapados en un organismo que no les pertenece o no pueden manejar.

Existen numerosas sustancias (legales e ilegales) capaces de inducir este tipo de estados; también lo es la alteración de la conciencia que se consigue a través de las prácticas de meditación de numerosas culturas; incluso a través de una concentración extrema es posible “salirse de uno mismo”. Por otro lado, sucesos de gran intensidad emocional pueden provocar despersonalizaciones más o menos breves. En todo caso, para diagnosticar un trastorno de despersonalización es necesario que esta ocurra al margen de cualquier otra enfermedad, involuntariamente y con la suficiente intensidad y duración como para provocar un deterioro grave de la actividad normal de la persona.

La desrealización o sensación de irrealidad suele mezclarse y confundirse con la despersonalización. En ella, la persona se siente como en un sueño, percibe el mundo y el paso del tiempo con extrañeza y puede parecerle que se haya inmersa en una película, con un vasto decorado en el que las otras personas parecen inanimadas o fingen. A veces se hallan asociadas a este cuadro alteraciones perceptivas relacionadas con el tamaño de los objetos, como ocurre en el síndrome de Alicia en el País de las Marvillas: al parecer, Lewis Carroll, autor de la famosa novela, sufría un trastorno neurológico que le hacía ver los objetos más pequeños de lo que eran en realidad (micropsia) o más grandes (macropsia).

También es frecuente que la despersonalización o la desrealización aparezcan como síntomas en la esquizofrenia, los trastornos de ansiedad, las crisis de angustia, las depresiones, los pensamientos obsesivos y las preocupaciones somáticas, como la hipocondría. A propósito de esto último, puede ocurrir que el hecho de vivir este tipo de experiencias produzca el temor a estar “voviéndose loco”, sea lo que fuere que esto signifique.