Estamos viviendo una época compleja, tras un confinamiento duro, viene un desconfinamiento con incertidumbres y cierres parciales. Tanto las personas adultas como los niños han vivido estos episodios con mayor o menor afectación, pero para todos sin duda, ha sido una experiencia vital importante.

En general se ha visto como los niños y adolescentes han tenido gran capacidad de resiliencia, adaptándose a la situación y viviéndola con aplomo. Eso no quita que haya implicado grandes dosis de paciencia y creatividad por parte de sus progenitores.

Al fin y al cabo, la Covid19 está resultando una prueba dura para las familias. Por un lado, los afectados de modo directo, con muertes en sus círculos más íntimos, puesto que ha supuesto vivir un duelo de forma distinta, posiblemente con heridas aún por cerrar. Y por otro de modo indirecto con las consecuencias derivadas del confinamiento.

En el caso del duelo, en terapium podréis encontrar un acompañamiento para dar cabida a la necesaria despedida y cierre de esta etapa, siendo necesario tener un espacio para poder dar voz a la angustia y también permitir un rito de clausura de una etapa de nuestra vida, para seguir adelante. Será necesario observar el proceso de duelo para poder detectar posibles complicaciones posteriores, determinando si es preciso una intervención temprana o bien simplemente dando ese espacio de recogimiento será suficiente.

Las consecuencias del confinamiento pueden ser más invisibles, según el estudio Infancia Confinada (Martínez, Muñoz y Velázquez, 2020) en su mayor parte nuestros niños tienen gran capacidad de adaptación, dicho de otro modo, han sido resilientes. Cualidad que deberíamos intensificar en estos meses venideros. Sin embargo, algunos son más vulnerables y requieren de un seguimiento y acompañamiento mayor.

En niños y adolescentes, y por supuesto también adultos, con problemas de salud mental previos al confinamiento, se puede producir una cronificación de los síntomas, estancamientos madurativos o incluso retrasos (por ejemplo, volver a hacerse pis encima, reclamar de nuevo dormir con los padres, perder vocabulario), o intensificar sintomatología (más obsesiones en una persona con trastorno obsesivo compulsivo, miedo más intenso en el caso de fobias, etc.). Especialmente vulnerables serán aquellos que tenían una patología ansiosa previa.

Eso no quita que haya adultos, niños y adolescentes que sin tener patologías previas también muestren cuadros de ansiedad, que deberían analizarse, y tratarse. En el caso de niños pequeños, pero también algo más mayores, debemos estar muy alertas a diversos síntomas como son la irritabilidad, las quejas somáticas (dolor de tripa, de cabeza), cambios de comportamiento, retrasos o estancamientos madurativos y los problemas de sueño pues son indicativos de que algo está pasando. Hay que tener presente que muchas veces no saben identificar que sienten, o que les pasa, siendo los adultos los que tenemos que saber leer entre líneas y pedir ayuda en caso necesario para poder hacer un acompañamiento adecuado.

En terapium ofrecemos tres líneas de actuación acorde con la situación actual, que pueden contemplarse en versión on-line:

Las tres requieren de una fase de diagnóstico previa a la propuesta de seguimiento, sin embargo, se propone un grupo de apoyo para padres donde tienen cabida aquellos que no han detectado problemas, pero quieren sentirse seguros en esta nueva y difícil etapa que les ha tocado vivir, así como adquirir herramientas para poder dotar de mejor resiliencia a sus hijos.

Martínez, M., Muñoz, I. y Velázquez, G. (2020). Infancia Confinada, ¿Cómo viven la situación de confinamiento niños, niñas y adolescentes? ENCLAVE (Evaluación y Enfoque de Derechos Humanos)

EL DUELO en COVID19

Hace pocos meses perdí a mi abuela, tuve suerte, no fue por Covid, eso me permitió estar con ella en las últimas horas. Pero fue mi suerte, no la de mis primos, tío y otros familiares. Ni ellos ni yo pudimos hacer un funeral, estuvo ella, en su caja, y dos personas mirando como entraba en el crematorio, 1 minuto. Tiempo totalmente insuficiente para decir adiós, para cerrar esa herida abierta que aún supura.

Otras personas cercanas han perdido a su padre, madre, abuelo, abuela o marido, esposa. Y lo han tenido peor, el último adiós físico fue cuando se lo llevaron, con lágrimas en los ojos, pensando que quizá fuera la última vez que lo veían y así fue. La despedida por teléfono, con una sanitaria aguantándolo, sufriendo con ellos, siendo testigo de un momento demasiado íntimo. Pero es que además vivieron esa pena en soledad, esperando no ser también una persona infectada, sin poder salir, sin poder abrazar o ser abrazado. Esa herida también está ahí, supurando.

La Covid nos ha impedido poder realizar nuestros ritos, aquellos que nos permiten poder despedir, llorar y cerrar la herida, que no olvidar, que nos permiten compartir el dolor con nuestros seres queridos. Eso es un paso necesario para poder avanzar, para poder seguir con nuestras vidas y muy especialmente para no padecer un duelo crónico, también llamado patológico o complicado.

El duelo crónico se caracteriza por ser prolongado en el tiempo, por no poder avanzar y mantenerse en el estado de decaimiento y tristeza, mostrando conductas desadaptativas, generalmente la persona está desbordada. Eso es algo aceptable si se produce durante una fase de tiempo corta, pero si no hay movimiento en los meses subsiguientes al deceso, hay que abordarlo a través de la terapia. También puede producirse un duelo retardado, pues hay personas que deben mantenerse fuertes, y no será hasta que se sientan algo seguras que le caerá con toda la fuerza ese dolor ahora adormecido, aparcado, es por ello muy importante detectar si se está en ese momento vital para poder abordarlo antes de que se produzca la explosión.

Como se ha comentado, la Covid y la situación de confinamiento, nos ha puesto en un espacio de vulnerabilidad frente a una patologización del duelo. Eso no es debido únicamente a no poder hacer una despedida adecuada durante la finalización de la vida y el deceso, tampoco solo por no tener la opción de hacer un funeral, sino que se suma a la propia necesidad de confinamiento de los familiares, la incapacidad de hacer un acercamiento físico, que es fundamental en nuestra cultura, el miedo a poder estar enfermo, tú o algún otro familiar o haber enfermado a alguien, todo ello provoca un estado de ansiedad e incertidumbre que acrecienta la sintomatología propia del duelo.

En caso de observar que no se produce una mejora significativa en los meses siguientes, es preciso poder contar con ayuda externa. En terapium puedes encontrar un servicio de apoyo, en el que en primera instancia se evaluará el proceso de duelo, aportando un espacio de recogimiento, donde poder expresar todos esos sentimientos encontrados que nos invaden, en caso de que se considere necesario se realizará un tratamiento preventivo para evitar la cronificación o patologización del duelo.

No podemos olvidar en este espacio a los niños y adolescentes, que también se ven afectados por pérdidas importantes en sus vidas, sin poder hacer una despedida adecuada. Se debe explicar a los pequeños la situación, poniéndonos en su lugar en las explicaciones, es decir contando la verdad, pero en términos que puedan comprender acorde a su edad y acompañarlos en los sentimientos que puedan experimentar.

Si hay dificultades en la asimilación de la noticia, o se observan problemas de sueño, comportamiento, quejas somáticas, etc. y se precisa de una atención más individualizada o externa, en terapium tenemos los profesionales adecuados para poder realizar esta tarea, realizando como en el caso de los adultos una primera evaluación para poder determinar los riesgos de cronificación y necesidad o no de tratamiento, y aportar tanto a los niños como a los adultos responsables herramientas para poder sobrellevar mejor esa trágica noticia.

CONFINAMIENTO: CONSECUENCIAS

Queríamos dar un repaso a las consecuencias en salud mental que ha tenido y de hecho, tiene, el confinamiento debido a la Covid19 y el estado actual de inseguridad sobre la “nueva normalidad”. Parece bastante evidente que habrá una incidencia especial en aquellas personas con patologías previas, especialmente de tipo ansioso (fobias sociales, agorafobia, TOC, …) por ver consolidados sus miedos (es cierto, hay que mantener distancia social, es mejor no salir, hay que controlar todo lo que entra en casa, limpiarse, etc.), así una primera parte importante es poder seguir tratando aquellos problemas de salud mental que ya existían previamente, para procurar que no se intensifiquen o cronifiquen. Ahora bien, ¿cómo afecta a los más pequeños? ¿están siendo más resilientes de lo esperado?

La respuesta es que sí, que los pequeños están más enterados de lo que ocurre y son más resilientes de lo que esperamos como sociedad, al menos eso surge del estudio Infancia Confinada (Martínez, Muñoz y Velázquez, 2020). Eso probablemente sorprenda, porque se está tratando a los niños como seres altamente vulnerables, creando una esfera de sobreprotección a su alrededor que no era tan habitual en generaciones anteriores, donde se dotaba a los niños de más autonomía. El caso es que tenemos niños y niñas fuertes, adaptables y comprensivos con lo que está pasando, que además disfrutan de tener unos días en familia, pero a su vez preocupados por el futuro y por sus familiares más mayores.

Sin embargo, no todos lo han sobrellevado tan bien. Y no siempre es fácil poder observar si hay o no padecimiento, pues en muchos casos no son capaces de detectar que les ocurre, eso es válido para niños muy pequeños que aún no comprenden bien lo que sucede, pero también para más mayores. Como padres o adultos responsables debemos estar pendientes a señales de alerta, como pueden ser retrasos o estancamientos madurativos (un niño al que se le escapa de nuevo el pipí, o que no habla, o que vuelve a estar muy apegado a la mamá…), quejas somáticas, problemas de sueño, irritabilidad, etc., ya que puede estar relacionado con algún cuadro ansioso debido a la situación que debería valorarse. Es posible que sea temporal y no haya nada de que preocuparse, pero siempre viene bien poder aportar herramientas para poder mejorar su estado de ánimo y de paso, del que los rodean.

Igualmente hay que pensar en el conjunto familiar, estos niños han sufrido cambios de dinámicas familiares, a veces positivos, pero que también temen perder (que mamá o papá vuelva al trabajo como antes), a veces negativos porque si bien tienen a sus padres con ellos, estos están desbordados por tener que sobrellevar teletrabajo más la atención a los pequeños en espacios no siempre adecuados para ello, o sufriendo también por su propio futuro. Poder dotar también a las familias de un espacio donde poder reorganizar sus ideas, pararse a pensar, revisar aquello que les sirve y proponer alternativas a lo que no, es una tarea que se puede hacer a través de un acompañamiento terapéutico como los que ofrece terapium.

El primer paso cuando acude una consulta es evaluar la situación familiar en su conjunto, pues el contexto es fundamental en cualquier sintomatología, para poder valorar cual sería la intervención más adecuada en función del problema. También existe la posibilidad de ofrecer un grupo de apoyo para padres, en el que entre todos podamos darnos ese espacio donde comentar los problemas y buscar soluciones conjuntamente.