Surgida en el ámbito de la biología, la teoría general de sistemas pretende describir los principios y el funcionamiento de entidades compuestas por elementos interdependientes estructurados y organizados de una determinada manera. Así pues, para dar cuenta del comportamiento de un sistema no solo hay que atender a las partes que lo forman y sus propiedades, sino también al modo en que estas se relacionan entre sí dotando al todo de unas características nuevas. Por tanto, en esta concepción está implícito el punto de vista mencionado al hablar de la psicología de Gestalt.

El modo en que este punto de vista fue adoptado por la psicología fue, en cierto modo, casual. A mediados del siglo pasado, muchos psiquiatras observaron que pacientes hospitalizados con esquizofrenia empeoraban después de períodos en los que volvían a convivir con sus parientes. Para explicar este hecho se propuso que tal vez esos sujetos no fueran unidades independientes y aisladas, sino que formaran parte de un sistema —la familia—, y que pudiera ser conveniente tener en cuenta los elementos de cada grupo familiar y sus interrelaciones. Esta hipótesis contiene una crítica implícita a las posiciones internistas, a las que se hizo referencia al hablar de la psicología cognitiva, puesto que se aleja del enfoque en el que un determinado trastorno es algo atribuible únicamente al individuo que lo padece y que tiene unas causas que deben buscarse exclusivamente en su mente.

De estas consideraciones nació la terapia familiar, primero, y la terapia de pareja, después: si una parte de un sistema tiene un problema, entonces todo el sistema lo tiene y será necesario modificar los otros elementos y la forma en que se organizan o relacionan. Sin embargo, con el tiempo, se aplicó también la terapia sistémica a individuos, porque, en cierto modo, pueden ser considerados como subsistemas con propiedades análogas a las de los sistemas integrados por ellos. El enfoque holístico adopta esta suposición y otorga un papel relevante a las distintas facetas de una persona a la hora de abordar un problema que aparentemente afecta solo a una parte y no al todo.

Con el desarrollo de este fructífero y vasto campo teórico su diferenciaron diversas corrientes como la escuela interaccional, centrada en los intentos de solución a los problemas individuales llevados a cabo por el sistema familiar; la escuela estructural, que estudia las dinámicas de los subsistemas (parental, fraternal…); o la escuela de Milán, que hace hincapié en los juegos familiares, como metáfora de los diversos roles considerados como síntomas de aspectos patológicos determinados.

Los profesionales de Terapium, familiarizados con las intervenciones en contextos sistémicos, están perfectamente preparados para decidir cuándo y cómo optar por abordajes de tipo emocional, cognitivo o conductual, trabajando como meros observadores, interactuando como participantes o involucrándose en la dinámica familiar de modo que formen parte de la realidad observada.