La situación de crisis general provocada por el covid-19 nos enfrenta a importantes retos psicológicos.
Es normal responder con miedo ante un escenario desconocido, amenazador y potencialmente peligroso como el que estamos viviendo actualmente. El miedo es una respuesta adaptativa, pues nos ayuda a desarrollar conductas de prevención, afrontamiento y nos mantiene alertas. Pero si el miedo nos desborda o nos bloquea, entonces se convierte en un problema añadido, perdemos parte de nuestra capacidad de reacción adaptativa y puede derivar en problemas psicológicos.
En este escenario de incertidumbre máxima y de percepción de falta de control total sobre el devenir, los pensamientos negativos, desesperanzados y catastrofistas “oportunistas” emergen con fuerza y nos pueden confrontar con el miedo a la muerte, a no poder despedirse de los seres queridos si los perdemos, al miedo a la ruina o repercusiones económicas severas, a no poder recuperar nuestra vida y nuestro mundo tal y como la conocíamos hasta ahora.